martes, 20 de enero de 2009

Sin zapatos

Detras de la línea, nunca nadie dijo que fuera fácil pero las vidas se me acaban como a Mario Bros. en el tercer mundo, es una pena partir, y es una pena verte y que retires la mirada como abono de interés compuesto en razones que no tienen nada de razón. Nos encontramos justo frente a la escalera definitoria de mil raíces, de esas que se alargan no importando justificaciones notorias, ni siquiera pretendiendo el tiempo presente perfecto, la gramática no está para situaciones y la conjugación se nos hundió en el estanque. Me he preguntado últimamente de lo que asecha en pensamientos fortuitos y lo que ocurre de salibas aledañas, de esas mortificaciones de piel, de preocupaciones de sombra, de noches mortuorias y de labios de zanja.
Que me entierren el en el veto de las buenas costumbres y me sonsaquen en el silencio de las farolas auditivas, en mejillas escondidas y en placeres de escondites infrahumanos para el deleite carnal de nuestras más altas pasiones incontables ante tanta humanidad.
No entiendo, sigo sin entender el embrollo en que me he metido, de dónde vino tanta declive, la inclinación es la de antes pero ante más esfuerzo más esgrima de factibilidades alimenticias febriles de bondad y así mismo más notarios del alma qué sobornar para el perdon de los apetitos. Hoy camino en el anden de la pérdida constante de lucha, de los boletos en reventa de la desfachatez y del peaje aleatorio del recorrido de lo suave de los hombros blancos que me abrieron sólo unos instantes esa reja diminuta en la que hay que encajar para saberse a salvo de la mansedumbre de lo insano y la costumbre de lo vano que aún se mece en el entuerto por sabernos casi muertos entre tanto que hay que contar y sobar entre sábanas y artilugios ofuscados, en refugios disecados de sazón en el andar. No entiendo.
¿A dónde vamos con tanta prisa que no nos hemos puesto los zapatos?

martes, 13 de enero de 2009

Lodo a contraluz

La vida es un manicomio de cicatrices porque todos andamos con pensamientos punzocortantes, sobre patines sentimentales y con el piso aceitado en creencias. ¿Qué le pasó al laberinto en la octava esquina? Los zarpazos de razón andan en las Bahamas, correteando colegialas vestidas de suposición. La sospecha nos viene a avisar en tiempo y forma, pero no hacemos más que sellarle el acuse de recibo y prontamente atinar a desechar el empeño de la boleta al bote de la basura memorativa. La idea del rompecabezas es que embonen las fichas, pero cuando no te ven, haces los cortes necesarios para encajarlas a huevo; así como encajas los dientes en cuerpos desnudos, ó en la mente de otros.


Disimular es más fácil gritando, el pedazo de estantería extravagante hace aún más sencillo el escape de la complicidad en el sofá. Estamos aquí porque queremos apostar, lo que no sabes es que alguien ya tiene la partida ganada, es complicado ganar así, pero nadie te lo ha dicho aún, estás a punto de descubrirlo, justo cuando sientas el fango en la nariz, ése será el momento de empezar a creer que la derrota es una acción y un verbo que se hace real.

Por esa razón entramos al casino interpersonal, para revirar apuestas con las cartas que traemos, las que conseguimos y compramos; es la forma de deleite más antaña y primitiva; al mismo tiempo, la que más está de moda.

La temporada de cacería se abre como piernas se abren en el mundo en éste preciso momento, tantos follones de mentira, pero al fin follones, ¿al fin mentira? Es una espada sin empuñadura. Pero, ¿qué haces si te atacan y lo único que tienes a la mano en tu defensa es la mentira? La espada sin empuñadura. ¿Qué haces si para atacar sólo tienes eso? La espada sin empuñadura. Puedes matar, pero te puedes cortar; te puedes matar, todo depende del lado en el que esté tu ojo.

Accidentalmente divertido, fortificadoramente siniestro y sofisticadamente brutal, ése es el momento de la mentira en traje de luces, brillando como el lodo a contraluz.

lunes, 12 de enero de 2009

Te voy a mentir

Con las nuevas fábulas de silencios caídos ahora coincidimos en la noche, como secuaces de sombra y frío. Municiones de malicia en la voz, para que decodifiques sensaciones, palabra por palabra, llevándote a tientas por un sendero que desconoces, corres. No me gusta lo simplón, enredarnos es cuestión de amabilidad cardiaca, después de todo, la lengua anda suelta ya para éstos momentos, para éstos ratos de riesgosa pérdida de pudor.

Los nervios vitorean el alza del sentido, la humareda corroe la dirección entre miradas cómplices de pensamientos furtivos y sagaces, con el instinto animal en copas, whisky y vino tinto. Sudor inusual, para éstas alturas deberíamos estar ya curtidos en éstos menesteres de entregas al buen postor, con posturas demoniacas en las piernas y localizaciones inadvertidas en las manos. Perversiones. No pensé esa noche encontrar calor en medio del bosque y del frío, pero vaya que me llevé una cierta sorpresa, y mira que a veces, pasa.

El tiempo también tiene sus malicias, sabe bien su oficio y cobra como es debido. Es uno de esos cabrones, como directores de cine, que saben bien la historia y dónde acomodar las piezas del cuadro según el ángulo de la cámara, para su deleite. El tiempo hace arte, el silencio atestigua, como notario.

Te voy a mentir y te voy a estrujar, como se le miente y se le estruja a alguien especial, porque la mayoría de las relaciones acaban en mentiras y engaños, entonces es lógico empezar por ése mismo método. Después de todo, la gordura de la indulgencia es como la anorexia de la pasadez de verga. Es cuestión de enfoques y hay algunos muy retorcidos, que entonces los ocupen para columpio porque yo me quiero mecer hasta el cansancio. A esta vida le hace falta un poco de demonio y cabronería, para divertirnos a costa de lo que sea.


"That's when you know you found somebody special.
When you can just shut the fuck up for a minute,
and comfortably share silence." Mia Wallace - Pulp Fiction.

viernes, 9 de enero de 2009

La blanca llave de Houdini

"Puedes saber cuáles son tus probabilidades con los dados, pero no con la gente. Tiras no sabes cuántos dados, con sepa la chingada cuántas caras. Es una carretera sin señales, un Nintendo sin controles, bum-bum-bum-bum, you’re dead, game over ." Diablo Guardían, Xavier Velasco.


Un minuto de silencio frente al foco iluminado de vivo rojo que obliga a la detención de los pensares. Disyuntivas asfálticas en horizontes vaporados por el humo del tabaco en mano izquierda. Necesidad de movimiento, sigiloso encuentro de causa perdida y memorias olvidadas. Es un minuto que habrá de decidir las próximas tribulaciones nocturnas con todo y sus gemelas consecuencias, siamés de la pregunta, la duda en falda corta y afilada mirada.




Hace tiempo que nada sigue igual y aunque el danzar del entorno es siempre rítmico y elegante, pareciera que la bacanal de lo interno es más bien un son de malacopa al no-ritmo de una cumbia madrugadora.




Son instantes, de esos que se maquillan para salir a coquetear con las pretenciones del que a ojo de buen cubero es malabarista de intención, y éstas se le caen una y mil veces pero él tiene a bien saber que, ésto es un juego de probabilidades y que una de ellas es la derrota.




¿Quién necesita pretextos cuando tiene un Jack Daniel´s en la mano? Es oficial la huída, el escape imperfecto; incluso corriendo no hay movimiento. Se veía venir la estafa dorada, el robo automático, el asalto a la razón, el secuestro de la fuerza de voluntad y también el rescate vanamente pagado con lágrima de lagarto aún sabiendo la muerte de la voluntariosa víctima.




Todo reclamo no es más que un fuerte grito de ayuda; lo que pasa es que los pescados no escuchan y también defecan en su propia agua. Usted es un pescado. La bestia no tiene consciencia, no requiere de ese tipo de patrañas para necesitar ser feliz. Una sonrisa no refleja mas que la limpieza de los dientes; también confirma, como en el mundo animal, la mustia excitación del cazador, enseñando colmillo, preparando el ataque, para apropiarse de algo, de alguien; con encanto, con despojo, con ironía o con cinismo, dá igual, la carnada está en el campo de acción: ¡Ay de tí si la muerdes, no te zafas!




Gramo por gramo las razones vienen sobrando, y más, cuando las porciones de momentáneos olvidos se depositan sobre el tanque del retrete de un ruidoso bar. La blanca llave de Houdini. I wanna be sedated.

miércoles, 7 de enero de 2009

Y sin embargo: es rojo.

¿En qué consistirá en sí? Digo, todo tiene su receta y su tiempo de preparación, su fórmula.

Pero es que hoy me encuentro aquí sentado con una playera negra, siendo que podría estar en Laos, acostado y sonriendo o simplemente en este mismo sillón pero con playera roja. Yo la vería roja porque ése es el adjetivo que me enseñaron hacia la descripción de las ondas solares que rebotan desde el objeto hasta mi retina/córnea/iris. Ahora supongamos, ¿qué tal si lo que yo veo, para tí resulta reflejado en un color amarillo, pero que, al tenor del concilio cromático, los 2 lo denominamos rojo porque así se nos dijo? Es decir, ¿El rojo que yo veo es el mismo amarillo que tú ves, pero los 2 lo llamamos rojo? La epifanía de la percepción paga su entrada en ésta taquilla.

Lo que pasa es que el 90% de lo que sabemos, lo creemos; así pues lo adoptamos como verdad, de lo particular a lo universal, sin chistar, sin cuestionar.

Si nos desvestimos de la razón me atrevo a enunciar: Sabes que tu padre es tu padre porque es la figura que está allí desde que tu creencia se mezcló en razonamiento, como el ron en la coca-cola. Ahora se vé como coca-cola, pero al probarla sabe a ron y aparte apendeja. Te dijo tu mamá y él incluso te dijo que es tu padre. Es decir, ¿quién ha comprobado por el ADN la paternidad misma?

Ahora escapemos por la ventana de la obviedad, el parecido es inherente, pero yo voy más allá del río fronterizo de la razón. Lo sabes porque lo crees, sólo por eso. Y la forma no tiene que ver con el fondo en este momento, no discutimos la paternidad, sino la creencia en ella, ciegamente. Que te parezcas a él es lo mismo que decir que mañana llueve en Chicago, al hecho, no tiene relevancia.

Luego entonces, si yo veo el rojo y tú (mi) amarillo, pero los 2 coincidimos en llamarlo rojo, quiere decir que en el entuerto de una neutralidad habrían particularidades de realidad paralelas pero que de antemano ya son aceptadas como UNA sóla, hecha de UNA sóla vez y en UN mismo lugar. ¿Qué no esto desafía a los postulados de relatividad en cuanto a tiempo-espacio?

No es daltonismo, puesto que la enfermedad se comprueba en la distorsión de los colores.

Ésto se engloba aparte y parte de la propia percepción, si percibimos cosas diferentes pero las vemos igual, o si percibimos cosas IGUALES y las vemos DIFERENTES en alguna neutralidad, pero para el caso de la particularidad las consignamos como igualitarias, formando así fuentes accesorias de una realidad plenamente aceptada por todos.

Ésta es una premisa de las religiones por ejemplo, de cada 100 personas, van a obtener 100 designaciones diferentes para Dios (Jesús, Buda, Alá, Dona de moka, etc.) ¿por qué? porque nadie los ha visto, es eso, simplemente percepción de lo que crees porque te lo dicen. Es la necesidad de ver el rojo en amarillo, pero aún así le llamamos rojo.

lunes, 5 de enero de 2009

No mames Newton

Pinche Newton, tenías que venir con tus pendejadas de la acción y la reacción. Te hubieras tragado la manzana y punto. Roja, verde, amarilla o morada me dá igual. No estoy de acuerdo. Que la boca se te haga chicharrón y el culo carnitas. ¿Alguna vez desnudaste a una mujer con palabras? Entonces ¿Con dinero? ¿No? Como la mayoría de las veces el yogurt se hace agrio y los niños escriben cartas. Ella sería mas o menos como Alice Ayres, de esos clones corregidos y aumentados; de vitaminada indiferencia, piernas abiertas y tierna hasta el orgasmo. ¿Para qué tanto chaleco antibalas si nos peleamos con pasteles? Nos sobra el sazón en la cama, y el agua de la terquedad. Nadie nació con los números exactos, mucho menos con la razón a la medida, el sastre lógico andaba de putas. La última vez que hice esto me faltaba un zapato y la mente sobre los 2 piés, pero no, no me dejas afeitarme. ¿Si el barbón estaba aburrido para qué hacerle una religión a su hijito? Nepotismo sinvergüenza. De todas maneras, ¿qué es un nombre sino una hilera de símbolos adjetivos para la prevención del altivo olvido? Por eso el Shar Pei negro se lame la pata, para eso el martillo en la escalera y por lo tanto te tiñes el pelo de rojo. Adivinando como gitana, sin bola de cristal, de aquí para allá. Imprudencia de la buena, de la chingona. No mames Newton, uno viene al mundo a cojer, no andarse con lo pusilánime del chocolate y la mojigatería del amor. Por lo menos eso dicen las tachas, las llamadas niñas. Ya nos lo enseñó el superestrella, si se acaba el pomo tú verás de dónde, pero a huevo hay que seguir la peda. Pan para el hambriento y para las tortas 2x1, alcohol para el consagrado irreverente, el faquir de los labios mayores que de día se sienta a pensar su asalto nocturno a la hendidura cálida y jugosa.
¿Por qué pagaste a crédito? De esa manera estás en deuda y las deudas me tienen colmado el plato, debemos entendimiento, debemos coartadas, debemos secretos, debemos confabulaciones a mensualidades perpetuas, piénsatelo bien para la próxima, usa el sofá en vez de la calculadora, es cuadrada y sin chiste, los resultados ya los sabemos de antemano, ¿sólo porque los hace más rápidos te lanzas sin paracaídas? ¡A huevo! Sólo para morir se hace tarde y mientras no me agarre la muerte cuando me quiera matar, me como un banana split con raticida, así de retrógrada y fundamentalista. Preludio. Hace un rato que he notado la forma alargada de la nube, esa que parece puma volador, la que corre, pero no corre porque flota, mas no te confundas, ni a madres vuela, solo anda por allí.
Deberíamos andar todos jugando la sexta entrada de un partido de beisbol en el Edén, encuerados por supuesto, ni siquiera habría que soportar el radio, los tacos sin salsa o la basura de Newton. ¿Ya está? Mientras tanto trata de describirme enteramente un color, empieza por el morado.

domingo, 4 de enero de 2009

Consontantes silenciosas

La ventisca aparece en amarillo, con accesorios de punciones estomacales llenas de saudade, melancolía conversa del escepticismo a la razón. La duda porta un rojo vestido de noche, calza tacones de alta expectativa, de 12 centímetros de aguja forrada en olvido; pisando por en medio del salón, como deteniendo el tiempo en el escote del recuerdo, se transparentan los pezones de la memoria, acariciados por la bambula en murmullo.

Pesan las consonantes silenciosas, la lengua detrás de ellas, agazapada dentro de la maleza oral forajida en cuellos extranjeros, mercenaria de yugulares obsesivas, húsar del caleidoscopio del entendimiento conspirador.

El rumor del alcohol se hace más y más fuerte dentro del mercado mental, la oferta es una y pertenece a la clase olvidadora, al burgués acomodado en el futuro. Los minutos de borrasca en semicírculo granuja, de la cofradía de los compinches alcahuetes, se dividen en dos, la izquierda arde, la derecha congela.

Así entonces, bailoteando ebrios sobre la línea temporal, en lo alto del trapecio, caminando franco entre nada más que puras imágenes elegantes, delatoras, cautivas, sangrantes; se nos va enloqueciendo el pulso con el ansia desbocada que nos hace perder las llaves de la calma; también la ropa interior.