martes, 25 de noviembre de 2008

Llamada local

-Buenooo?




-¿Me consigues heroína?





-Buenos días!!!





-¿Puedes o no?





Pffff!

Favor de terminar:


Siempre hay una forma y un fondo detrás de cualquier conversación. Por menos indeleble que parezca, de todas maneras el resultado entrará al conteo no importando la intención con la cual el llamado fue atendido. Me caracterizo por por ser el receptor oportuno de la maniática suerte, el cliente predilecto de las preseas en patines; y esto, no lo tomes como oportuna indulgencia de publicidad, tómalo más que nada como caótico vaso old fashion atascado en hielos y revestido en sudor whiskiriano, si es que tal término existiera entre nosotros.


Hablábamos pues de la forma y el fondo, diferenciándolos entonces, como Viruta y Capulina. Es que de verdad ¿están tan separados?, ¿por qué ponerles ´comas´ a las prosas si sabemos que hay alguien que en algún momento las detecta crudas?


La forma es silueta y el fondo olor a sexo consumido, no me pongas trabas en el campo abierto porque sabes que le daré la vuelta sin chistar... ¿para qué te comes los segundos si tienes presente que soy un bulímico del tiempo? Soy pecado en misa y vituperio en oración, ¿acaso no te excita saberme fuera de control con una monja bajo mi sotana que conseguí en tales cielos corruptos?


La forma palidece con sus tantos códigos de comunicación tan aburridos y burócratas, más el fondo se hace coyote entre las filas de lo que quisiera ser intraspasable, más se vienen proyectando miles de veces, más facil de violar que esa puta, mal llamada puta, tan solo por el hecho de cobrar; te lo aseguro, ella es mas sincera entre las sinceras, pues solo coge por dinero, no por la duda, ni por el sentimiento, al fin y al cabo el sentimiento siempre se acaba.... Que levante la mano el que diga y demuestre un sentimiento eterno; No, queridos aferrables, el sentimiento tiene fecha de caducidad tal cual Tetrapak de leche Lala: (Favor de terminar este escrito: ____________________)

De cables

¡Puta madre! otra vez no sirve mi celular. Hay 2 cosas en las que no confío cuando no tienen cables:

Los teléfonos y las marionetas.

La cuerda floja

Uno siempre anda en busca de aliados, pero no de prepagados confesores fácilmente sobornados con ese dejo de pudor tan devaluado en estos días, sino de ellos, a quienes les encanta tomar pretenciones envueltas en sábanas de peligrosos rigores futuros con salidas tantas como las patas de un mil piés.

Aclarar el silencio es mucha cosa, pues entre tanta calma siempre habrá de notarse ese blanco entre frijoles. Así pues, los diabólicos confesores, prófugos del estático "¿qué pasaría si...?" pero presos todos ellos del eterno movimiento de los resultados anacrónicos me resultan más familiares y más confortantes para andar bailoteando sobre brasas y remembranzas con una chela entre las manos, es entonces que, ya entrado en copas me da por jugarle al vivo en el sobrevaluado cementerio meditativo, sobre la cuerda floja de lo que podría pasar, siempre avanzando, al cabo y al fin, para donde caigas te puedes romper la madre o solo la muñeca. Nadie sabrá eso sino hasta escuchar que realmente te estás cagando del dolor, o tal vez hasta te aplaudan y se avienten los que vienen detrás de la fila porque te han visto caer no como costal de papas sino con piruetas propias de gato entrenado.

En fin, se sobreestima el futuro. Aunque me queda claro que allí pasaremos los próximos días, me pongo mis pantalones cortos y con una Tutsi Pop en la izquierda pretendo jugarle una mala pasada al destino, porque, por muy infantil, pendejo o valemadres que uno quiera ser, nunca está de más tensar un poco esa cuerda tan floja aprovechando que el destino te está amarrando las agujetas. Con la derecha le doy el estirón a dicha cuerda no sin antes colocar un chango brincolín del otro extremo de la misma. Una vez superada una meta, hay que ponerse la que viene, sino para que chingados entraste al juego.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Todo lo demás es un pretexto

A veces veo que me encuentro enlistado en el menú de los moviemientos lentos y espesos, enamorándome tan fácilmente de cuanta belleza veo. De la belleza rara, de la que uno no se encuentra amontonada en aparadores sino por el contrario se encuentra allí tan olvidada y perdida como aquel niño en el supermercado, es por eso que anda uno camuflándose a gritos entre los mudos.

Y me fuí lejos de aquí, donde todo lo demás es un pretexto; clavando afilados mis colmillos en cuellos ofrecidos y por demás apetecidos. A eso no le llama uno abuso de confianza sino aprovechamiento de los recursos... sonrío aún con lágrma discapacitada y de sabores enfadados.


Cambias de hotel, de país y de ciudad, de cuarto, de casa, de departamento, no eres de aquí ni de allá y te hayas mas seguro en el atisbo de la añoranza que en el reojo del sedentarismo. Atrás todo se complica y por eso he quitado el retrovisor, pero es que a veces se me complica la mirada en reversa para estacionarme a meditar.


Pero ¿cómo vas a ver el sol con los lentes puestos? Hay quien prefiere quemarse las corneas y atinar a describir las indestructibles memorias matadoras, que al fin y al cabo es lo único que nos llevamos, los demás, sólo eso... escuchan.

De puentes

Bajé la cortina del lugar, ya no atendí a nadie más. Nos sobraban los motivos para intentar sabernos aparte de la muchedumbre. Ésta vez no necesitamos de los advenedizos sorbos para que alimentaran a las palabras de ironía, travestidas de verdad. A lo mucho un par de Montejos para cada quien.

El Santos mete gol en la liguilla, un pase de Cuauhtémoc. En cambio a mí, se me acabaron los pases para acceder a la súbita velocidad que de blanca novia siempre viene vestida. Es que la necesitaba tanto en ese instante, necesitaba darle forward al bicromático tiempo que ya desde hacía días me rondaba con abrazos de silencio.

Nos salimos a contemplar el río de luces que de Sur a Norte y de Norte a Sur inundan el Blvd. Manuel Ávila Camacho a todas horas ya durante años por ésta ciudad, tan grande ella. Perderse entre la multitud y caminar sin rumbo fijo para llegar a ningún lado es a veces la mejor forma de encontrarse a uno mismo.

Los puentes, alguien los ideó para ir de un lado a otro, por encima de las circunstancias que suelen cruzarse en los caminos.
Alli estábamos los 2, sobre el puente, en medio de él y viendo fluir los autos, con el característico olor a meados que exhuda esa mole citadina; de nuevo, allí se encontraba, la vida sucediendo en su máximo esplendor; los que llegarán tarde, los que ni siquiera llegarán. Nosotros por encima.
No cruzamos el puente, no encontramos respuesta a la disyuntiva, nos quedamos en el mismo lugar... añorando. Regresamos por donde venimos, de vuelta al orígen.


jueves, 20 de noviembre de 2008

engañando

Asumo la posición inicial sobre las letras del teclado cual si fuese la misma a la de un velocista olímpico a punto de implotar con fuerza y ansia sobre el pavimento, pretendiendo trascender. Pero ésta noche, misma de brisa helada y ladridos lejanos me ha marcado foul al comenzar a redactar, puesto que no consigo concebir de forma clara lo que venía masticando con las muelas del poco juicio que me queda. Tal parece que la bala de salva con propia arma de editor terminó por sorprender y, con menoscabo, acabó con lo que traía escrito en mi hoja de cuadrícula grande tamaño profesional Scribe.
En fuera de lugar he caído de nuevo y aún no diviso -ni siquiera a lo lejos- si es que me he adelantado o quedádome atrás. Sí, de plano es eso, la errante caminata de un ciego que al fin de cuentas no sabe qué contar porque, como nunca ha visto, no decide aún si lo que vió realmente lo vió. Y, ¿cómo contar algo con vehemencia y aplomo en éstos tiempos de segura duda? Lo único seguro es la muerte-dicen por ahí- y tan segura la sentimos que nunca nos aseguramos de estar seguros cuando seguramente llegue ¿quién planea su muerte?. La mayoría, como Woody Allen, no quiere estar allí cuando suceda, pero se mueren por saber cómo será. En éste tenor me gustaría anotar al margen que quisiera poder sobrevivir a esos finales momentos sólo para poder narrarlos de manera pública, y a los vivos, a ellos todos, les mentiría vilmente. Si lo miras de cerca me iría de aquí engañando tanto a la vida como a la muerte.

No quiero sonar -por otro lado- como novelista suicida ruso del siglo XIX, porque ni soy novelista, ni suicida, ni ruso, ni del siglo XIX, no, esa no es mi intención... pero es que la intención del afable leector es cuando menos intentar entretenerse.

martes, 18 de noviembre de 2008

Como anillo al dedo

Los hombres engañan más que las mujeres; las mujeres, mejor.
-Joaquín Sabina

Hipotético y Literal

De nuevo, me encuentro frente a una pantalla tratando de escribir respuestas, ellas casi nunca salen a jugar, y si lo hacen se acompañan de inesperadas invitadas que interrogan muchísimo más al inquilino de este blog. La verdad y nada más que la verdad es que ando en busca de ella, de la verdad. De la verdad de mí, de la verdad de tí, de lo que viene. Pero como dice Joaquín Sabina: No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca pasó.

El hombre consciente vive inconsciente de sí mismo y de los demás, de su alrededor. Basta con mirar por la ventana de tu oficina y ver a un séquito de mienta madres motorizados, basta con caminar por la calle y notar a una jauría que va tarde a todo, que llega tarde a todo. Basta con sentarte en una banqueta y darte cuenta de que nadie voltea, les vales madres.


Alguna vez que anden malviajados hagan el siguiente ejercicio: Traten de ver fijamente a los ojos, a la gente que va por la calle, verán que el 99% no les sostiene la mirada, verán que se voltean, que mirarán hacia el suelo, verán el miedo, verán la soledad, verán la duda y es que tal vez ellos también lo noten en ustedes.


¿Quién dijera que la vida de perro es mala?, tal vez sí, la de uno de la calle, pero, ¿en qué diferiría de la de un hombre en desamparo? Vamos, la de un vagabundo. Aquel que fué parido y abandonado, o tal vez educado y salídose por propio pie del hogar seguro. Una cosa es clara, en algún momento pasó, esta pasando y pasará; mientras, me afano al vago sentimentalismo de no poder vivir en 2 dimensiones. Me explico:


¿Podríase ver en algún momento el resultado 1.1 de la prueba a) en el tubo de ensayo I? y entonces, separarnos de ese método y aplicando diferentes cálculos con otro tipo de catalizadores ver el resultado 1.2 de la prueba a) en el tubo de ensayo I en lo que pudiéramos llamar laboratorio de futuros. Yendo al punto. ¿Qué tal poder ver los diferentes resultados que pudieran haber ocurrido en cada una de las posibles finalizaciones de lo cotidiano?
Estoy casi seguro, de que al final, nadie los querría ver. Creo que el arrepentimiento duele más que pegarte con una silla en el dedo chiquito del pié cuando vas caminando descalzo, y vaya que duele. Tal vez sí existe tal cosa, pero nadie la vé. Eso me lleva a redactar lo siguiente:
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Por eso el miedo a vivir, por eso la huída, nadie la quiere cagar, pero vamos todos andando con diarrea mental, vivimos con chorrillo espiritual.
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Me rompo la cabeza en pensar, o más bien, tratar de pensar. (Uno suena pretencioso en decir -y publicar- que ha pensado, puesto que decirse pensador es palabra aguda. Hipotético y Literal.)

jueves, 13 de noviembre de 2008

Sabor de boca

¡Demonios! hoy me encuentro tan perdido, quisiera no encontrarme y perderme al fin. Desmejorado y tan ausente en el presente que ya pasó. Lente obscuro y camisa verde bajo del sol y las miradas del escrutinio demencial, no me queda mas que atornillarme a la inercia y rotar junto con el planeta a velocidades tan insospechadas, ¿quién diría que aún sentados nos movemos tan rápido aún sin movernos? ¿Cuál es el camino? el mas corto, dirías tú. Ahora diriges con autoridad, sin sobresalto, y quién te viera en pantalón corto y con miedo a pegarle a un balón. Suele suceder, cuando ocurre nos queda sólo eso, correr. La meta siempre es paso y el paso queda atrás...

Se me antoja un helado ojalá me deje un buen sabor de boca.
Inoportuno como siempre,
tu irremediable dependiente,
pretendiendo excusar asesinatos egoístas,
de prisión malabarista, escapista profesional.

Después del tiempo y el luto acompañante
no he logrado separarme de la culpa sin perdón,
de ese sol detrás del dedo, del mimetismo sin cuartel.

Hoy no quiero que sospeches
que aparezco de repente
pretendiendo reiniciar los esbozos de mi vida
lo hecho, hecho está, aunque quiera olvidar.

Egoísta sin miedo con el tono tan cambiante,
sin poder reivindicarme en tu juzgado sin perdón,
de ese sol detrás del dedo, de la guerra sin cuartel.

Hoy no quiero me perdones
aunque quisiera y no lo logres,
si aparento ser decente
pretendiendo conquistar recovecos de tu vida
lo hecho, hecho está, aunque queramos olvidar.

No lo puedo cambiar, solo queda caminar
y encontrarte entre la gente,
mirarte fijo sin chistar en esas mieles de tu iris,
saludarte y escapar.

caduco

Es verdad que lo que menos te esperas te espera al rodear la esquina. La capacidad de asombro se nos perdio junto con las llaves de ese llavero tan especial. Te vas a poner a buscarlo? bendito el tiempo tan infinito, tan libre y fugaz y tu tan amarrado... tan caduco, contándolo.

Ocurre que tu licenciatura se equivoca en la sonrisa de una mujer...

domingo, 2 de noviembre de 2008

Champs Élysées

Muy buenos días tengan todos ustedes,
unten mantequilla en su pan, viertan crema en su café,
den un beso en la boca a su fiel espejo, aquel que les hace el reflejo de lo que quieren ver...
Mi espejo me ofrece lo que no quiero ser, y en vez de mantequilla dispone una línea,
el boleto a Champs Élysées...

Caímos de nuevo

Cuando la especialidad de la casa es esfumarse cobro mas caro la renuncia,
boca arriba el suelo después del incendio... reclamos desechables,
siempre me creí el hecho de no arrepentirme de nada, menos de mí,
suaviza el sol, copulando con miedos, invitados indeseables...

¡Qué tanto es lo que pasa aquí! que al final no pasa nada
y se te fue la mirada, llegaste tarde otra vez,
te encuentro perdida, tecleando la huida del silencio que ves.

¡Seguramente fuiste tu! blanca taimada, amarga y dormida
que pintaste salidas donde se encuentra nuestro ataúd,
salimos de noche y el sol nos esconde el siniestro final...

¡No! ¡no te puedo ver!